La pregunta

(Miniblog)

Tienes la pregunta ante ti. Te aspira y te inhala. O se te hace a un lado y se esconde en tu nuca. Vas caminando, haciendo tus cosas, corriendo, saltando de una en otra. Con la respiración agitada, entrecortada, que no alcanza. La pregunta está ahí, pero mejor en otro momento. No ahora. No ya. Tengo otras cosas que hacer. Tengo que responderle a mi jefe, tengo esa reunión importante, tengo que darle un documento al del cubículo de al lado, tengo que recoger a mi hijo de su clase de natación. Pero estoy aquí, existiendo entre treinta pestañas del navegador abiertas, el documento sin terminar, las notificaciones de mi celular, la respuesta inconclusa a mi jefe, la comida que comeremos esta noche, la natación, la reunión. El documento. El scrolling. Un momento de scrolling para ver la cuenta de esa persona que enseña cómo vivir tranquilo. Bueno el reel, pero sigamos, uno de humor, uno de baile, uno de una celebridad del momento, de la marca de ropa a la que quiero comprarle todo, de la influencer de lifestyle en la playa, uno de maquillaje. Ya va. Volvamos al documento, a las notificaciones, a mi jefe, a las clases de natación a las 5:30. No voy a alcanzar. Volvamos a la comida que hay que comprar, a las 30 pestañas del navegador. ¡Dios! La reunión. La lista al lado en el escritorio está inconclusa, como todos los días. Cada día trae su afán, dicen por ahí, pero ¿alguien se ha preguntado exactamente lo asquerosa que es esa afirmación resignada? Días que ya no traen un afán, sino una vida afanada que se ahoga y muere gritando mientras se le inunda la boca, ¿de qué? de pendientes, de cosas por hacer, de exigencias, de horarios laborales interminables, de información incontable segundo a segundo, de trivialidades, de desorden, de caos, de compras de cosas que aparentemente necesito, pero no necesito porque ya no creo que lo que de verdad necesito pueda ser posible, entonces he decidido creer lo que todo el mundo cree, que lo que más necesito es sobrevivir, y para eso dinero. Por eso trabajo, para tenerlo, y al tenerlo lo gasto y me endeudo y trabajo con más angustia, porque no va a alcanzar, pero luego quiero un gusto, me lo merezco ¿no?, y así… morimos inundados de consumismo, caos y desorden. Perdidos sin saber el valor de nuestra vida, viviendo la vida que nos vendieron debíamos vivir.  

La pregunta sigue ahí… aunque siempre quede de última en la lista. Da frío mirarla. Vacío y vértigo. La pregunta está aquí, ahora, mientras vas en el carro y estas exhaustas, en un momento de fragilidad del que no te distrajo la radio o una llamada. Se hace escuchar de nuevo: ¿Cuál es TU vida significativa? ¿Cuál es la vida que para tí tiene sentido? No ésta, no el pastel que te pusieron frente a los ojos y del antojo no te contuviste en morder, y de la adicción ahora no puedes parar. No ésta. La tuya. La que podrías tener si primero tu te desintoxicas, si primero tu te priorizas en la interminable lista, si te enfrentas a establecer tus valores, tu orden, el justo tiempo e importancia a cada cosa, si rescatas tu coraje para nadar hacia la orilla que necesitas. 

¿Qué necesitas?

Por Emma Sánchez

Publicado por Emma Sánchez

Arte terapeuta, creadora de collages, dibujos, pinturas y hasta cartoons. Escritora de relatos en deformación. Lectora en voz alta. Contempladora de bosques. Magister en Psicología Clínica y en Creación literaria. Formaciones en arteterapia.

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