La autocompasión y la renuncia del ego

¿A qué te suena la palabra autocompasión? ¿Se te viene una sensación religiosa, como palabra que repiten curas o guías espirituales? ¿Te da una idea de amor romántico a uno mismo, pero vacía y cliché? Pues creo que para muchos la palabra tiene una asociación con el compadecimiento, una idea de que si te invitan a ser autocompasivo contigo es como si te propusieran darte palmaditas en la espalda, o victimizarte y compadecerte de tu suerte. Pero la autocompasión es una noción un tanto diferente.

Tim Desmond lo define de una manera que me gusta: “Autocompasión es el reconocimiento de que no importa lo que esté pasando en nuestras vidas, nosotros somos dignos de amor”. Y esto nos lleva a celebrar y disfrutar de nosotros mismos cuando la vida va bien, pero también ser amables y perdonarnos cuando la vida está dura. Por esto nos ayuda a cuidar bien de nosotros mismos cuando la vida se encuentra con las dificultades inevitables. Se trata de una postura benevolente. Y aquí vienen las confusiones, benevolente no significa que seamos ciegos a lo que está mal para meternos en un positivismo tóxico, ni que andemos por el mundo sin reconocer nuestros actos que pueden ser cambiados o que fueron errados, y en nombre del “amor propio” lo que hagamos sea amar nuestro ego sin transformación. Benevolente simplemente como quien tiene simpatía y buena intención hacia el otro, hacia la apreciación de las obras de los otros. 

Y esto, por muchos motivos de nuestra configuración psíquica, parece que nos fuera más fácil ofrecerlo a los demás, que cultivarlo en nosotrxs mismxs. Ofrecerse a sí mismos esta calidad de buen trato, de forma incondicional y continuada, es un problema para miles de personas que sufren cada día. Con los años considero que está en el centro de los problemas de la mayoría de personas que he acompañado en psicoterapia por años. Independientemente de que sus motivos de consulta varían, en el centro, el trato hacia sí mismos está inundado de críticas destructivas, palabras violentas, exigencias con estándares inalcanzables. Muchos ni siquiera son conscientes del daño interno que se infringen, y otros hasta consideran que deben tratarse así para mejorar. Tan normalizado está.

Ofrecerse a sí mismos esta calidad de buen trato, de forma incondicional y continuada, es un problema para miles de personas que sufren cada día.

Y entonces, ¿Cómo superar esta tendencia aflictiva de la mente auto punitiva?. Kristin Neff, psicóloga estadounidense pionera en el estudio de la autocompasión, dice que tener compasión por unx mismx no es realmente diferente del proceso de tener compasión por los demás. 

Para ilustrarlo, nos invita a pensar en cómo se siente la experiencia de la compasión. Primero, para tener compasión por los demás debes notar que están sufriendo. Si ignoras a esa persona sin hogar en la calle, no puedes sentir compasión por lo difícil que es su experiencia. En segundo lugar, la compasión implica sentirse conmovido por el sufrimiento de los demás para que tu corazón responda a su dolor (la palabra compasión significa literalmente “sufrir con”). Cuando esto ocurre, se siente calidez, cariño y el deseo de ayudar a la persona que sufre de alguna manera. Tener compasión también significa ofrecer comprensión y amabilidad a los demás cuando fallan o cometen errores, en lugar de juzgarlos con dureza. Finalmente, cuando sientes compasión por otro (en lugar de mera lástima), significa que te das cuenta de que el sufrimiento, el fracaso y la imperfección son parte de la experiencia humana compartida. 

Así, una actitud autocompasiva implica actuar de la misma manera contigo mismx cuando estás pasando por un momento difícil, fallas o notas algo que no te gusta de ti. En lugar de simplemente ignorar tu dolor, te detienes para decirte: “esto es realmente difícil en este momento, ¿cómo puedo consolarme y cuidarme en este momento?” En lugar de juzgarte y criticarte sin piedad por varias insuficiencias o defectos, despliegas amabilidad y comprensión cuando te enfrentas a fallas personales; después de todo, ¿quién dijo que se suponía que eras perfectx?

Puedes tratar de cambiar de manera que te permita ser más saludable y feliz, pero esto se hace porque te preocupas por ti mismo, no porque sea inútil o inaceptable tal como es. Quizás lo más importante, tener compasión por ti mismo significa que honras y aceptas tu humanidad. Las cosas no siempre saldrán como uno quiere. Encontrarás frustraciones, ocurrirán pérdidas, cometerás errores, chocarás con tus limitaciones, no alcanzarás tus ideales. Esta es la condición humana, una realidad compartida por todos nosotros. Cuanto más abras tu corazón a esta realidad en lugar de luchar constantemente contra ella, más podrás sentir compasión por ti mismo y por todos tus semejantes en la experiencia de la vida.

Ahora bien, si bien las corrientes que promueven la autocompasión por medio del mindfulness o meditaciones de la compasión, provenientes del Budismo, buscan que el trabajo personal se dé incluyendo y cultivando la compasión, tengo la impresión de que realmente este proceso de fortalecer la capacidad compasiva y autocompasiva no va a ocurrir sin trabajar otro elemento que también se destaca en la psicología Gestalt y en el Budismo: la renuncia al ego, o lo que se llamaría en psicología, “el falso self”.

El ego es una máscara, una creación de supervivencia entendida como esa creación adaptativa para sobrevivir al dolor, llena de patrones automáticos y repeticiones. Nos dice que construimos nuestra identidad en torno a las adaptaciones aprendidas que conforman nuestras creencias sobre nosotros y el mundo, las que hemos interiorizado que nos traerían admiración, amor, aceptación de nuestras figuras parentales y entorno cercano. Nos aferramos con angustia de supervivencia de esa posibilidad de ser amados a través de esa especie de máscara identitaria que me da un lugar en el deseo y amor del otro. Por esto para mí, el proceso autocompasivo no está completo si la persona no ha atravesado por una renuncia profunda a su propia máscara e ilusión y ha dejado el espacio vacío para reencontrarse con su Verdadero Self o ser. 

Amarnos a nosotros mismos benevolentemente no nos lleva a la evolución si seguimos amando máscaras, ilusiones que hemos construido para que los demás nos amen, enmascarando que en el fondo aún no sabemos quién somos y por tanto, en realidad no amamos nuestro verdadero rostro.

La autocompasión implica ver la verdad fea también en nosotros, reconocer el sufrimiento de estar enjaulados y querer más el liberarnos que el seguir siendo admirados. 

¿Qué piensas tu? Déjame tus comentarios, conversemos. 

Con amor, Emma

Publicado por Emma Sánchez

Arte terapeuta, creadora de collages, dibujos, pinturas y hasta cartoons. Escritora de relatos en deformación. Lectora en voz alta. Contempladora de bosques. Magister en Psicología Clínica y en Creación literaria. Formaciones en arteterapia.

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