Aceptando la inestabilidad

Tenía escrito el título de este blog -“Aceptando la inestabilidad”-, liderando el primer lugar de la página en blanco de Google Docs desde hace tres días. Llevaba una semana hablando del tema de la estabilidad, la inestabilidad y la flexibilidad en mis redes sociales. Invité incluso a una amiga colega y profesora de yoga a conversar de esto en un Instagram Live hace apenas dos días, pero no había podido escribir nada coherente y me encontraba sin inspiración -o tiempo-. Sin embargo, algunas cosas en la vida parecen conspirar y hoy cuando escribo esto es lunes 4 de Octubre, y las redes sociales de Facebook, Instagram y Whatsapp están caídas en el mundo entero desde hace más de 5 horas. Cómo no retomar el título abandonado en medio de tanto vacío para escribir, sobre la inestabilidad que incomoda y que está siempre a la vuelta de la esquina. 

Desde que supe que las redes estaban caídas no sé cuántas veces he tomado mi celular para chequearlas. He entrado por supuesto a Twitter a reírme de memes que buscan reírse de nuestra desgracia colectiva, de esta ingenuidad o estupidez de permitir que todo en nuestra vida gire y se sostenga por plataformas que se supone que deben permanecer estables. 

Pero, ¿Qué es estable? 

Una ilusión, digo. Un espacio de comodidad/seguridad que te hiciste y que te da la idea de que algo puede permanecer igual por mucho tiempo. Pero ni tu cuerpo permanece igual de un segundo al siguiente. Células mueren y nacen, respiraciones se acaban para que inicien otras. Los latidos del corazón pulsan. Tu intestino, estómago y cada órgano está haciendo movimientos todo el tiempo, y los átomos y partículas bailan en sus nano dimensiones a velocidades que ni eres capaz de dimensionar. 

¿A qué hora creímos que estable era igual a quieto, a permanente, a igual? 

Te levantas hoy y parece que las vías por las que te comunicas con el mundo van a estar ahí, que todos van a estar ahí funcionando de la exacta manera como aprendiste que funcionan. Vale, ¿es una ilusión necesaria tal vez? Si, no lo neguemos, necesitamos algo de estructura, de ilusión de permanencia para poder ubicarnos, tener algo de control, hábitos, rutinas, funcionamiento en el mundo. 

Pero cada estructura “estable” está cimentada en el movimiento. Y esto es lo que aparentemente no vemos. Ayer nuestras redes para comunicarnos entre nosotros, para funcionar como individuos y como empresas (del tamaño que sean) se cayeron porque el mundo es movimiento. Las cosas se levantan y se caen. Las posibilidades nacen y mueren. Sobre lo que cimentamos edificios de información, contactos o negocios, puede caerse. 

¿Estás preparada para el movimiento? 

¿Eres consciente de que la flexibilidad es tu salvación?

Salirte de quedarte en una cosa, diversificarte, expandirte, comprender que nada es permanente y si mañana desaparecieran tus redes tienes otras formas de habitar el mundo. 

Por mi parte, la caída de Instagram, mi principal plataforma de visibilización con el mundo me hizo pensar: y si fuera invisible porque la red se cayera, toda mi información se perdiera, mis miles de seguidores, mis escritos de años, mis imágenes de cada pieza que he diseñado, de cada caricatura que posteé, de cada foto de bosques y naturaleza que edité, ¿qué pasaría con mis emprendimientos? ¿qué pasaría con mi estabilidad?

Hice el silencio respectivo para que la pregunta se hiciera presente en la habitación en donde atiendo, escribo, edito, diseño, posteo… 

Me di el tiempo suficiente para que la inestabilidad se sintiera en el cuerpo como un frío ligero por la piel y una arruga incómoda en el pecho. 

Cerré los ojos y me imaginé invisible. Respiré profundo y nada pareció malo. La gente a la que me le he quedado en el corazón vive y respira y ¡tiene mi número de teléfono guardado! Y los clientes que han llegado a mí por referidos en todos estos años son enormes. Y mi vida laboral como independiente continuaría. Y nada se habría perdido más que ideas y diseños e imágenes que entregué al mundo pero que también las tengo conmigo. Y que entregué porque finalmente sabía que no me pertenecían ni las poseo. 

La inestabilidad dejó de sentirse como inestable. Y esta anécdota no es más que una historia para revisar otras áreas de nuestra vida. ¿Y si mi relación de pareja se cayera? ¿Y si mis relaciones familiares sufrieran rupturas? ¿Y si mi estabilidad financiera variara? ¿Y si mi salud decayera? 

Nada de esto sería cómodo, pero me atrevo a asegurar que poco de esto sería imposible de superar, de atravesar, de bailar al son de la desgracia temporal. Nada sería imposible de aceptar.

Aceptar la inestabilidad propia de la vida es, para mí, aceptar la vida. 

Por Emma Sánchez

Publicado por Emma Sánchez

Arte terapeuta, creadora de collages, dibujos, pinturas y hasta cartoons. Escritora de relatos en deformación. Lectora en voz alta. Contempladora de bosques. Magister en Psicología Clínica y en Creación literaria. Formaciones en arteterapia.

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