Autoaceptación. Amor propio. Autoestima. Autoconfianza. Un set de palabras que encuentras constantemente en todos los lugares virtuales posibles: blogs, webs, cuentas de Instagram, videos de Youtube, talleres de terapeutas, coaches, y en el discurso de tus mejores amigas. Ya hablamos de esto en todas partes y a mi me encanta. Me hace sentir que la salud mental y el elemento más central por el que millones de personas buscan ayuda terapéutica está reconociéndose con nombre propio en la boca de todos. Necesitamos amarnos, valorarnos, confiar en nosotros, aceptarnos. Y para esto, así suene sencilla la palabra, no está de más preguntarnos qué es la autoaceptación y por qué hablamos de ella en todas partes.
Como sugiere su nombre, la definición de autoaceptación es la completa aceptación de uno mismo, tanto de sus rasgos positivos como negativos. ¡Completa es completa, eh! Es mucho más fácil apreciar nuestros rasgos positivos, pero para una verdadera autoaceptación, también debes ser capaz de abrazar las partes negativas y menos deseables de ti mismo. Porque a ver, eso de que somos seres perfectos está bonito como una frase que remite a una visión más completa de nuestra humanidad o tal vez más espiritual de nuestro ser, pero en términos concretos, no somos perfectos. Tenemos aspectos de nosotros mismos que deben mejorar.
Un concepto erróneo popular de la autoaceptación es que significa renunciar al perfeccionamiento o mejor de uno mismo. Que simplemente te das un pase por tus fallas y debilidades y dejas de intentar cambiarlas. Por supuesto, esto es absolutamente falso. La verdadera autoaceptación significa ser consciente de tus rasgos positivos y negativos, pero sin apegarte de emociones negativas o juzgar quién eres, es decir, con empatía y sin maltratarte.
Significa ser capaz de ser objetivo acerca de tus fortalezas y debilidades y no comprometer por ellas tu autoestima.
En pocas palabras, la definición de autoaceptación es comprender que tu valor está separado de tus acciones y cualidades. A pesar de haber cometido errores y fallas, estas cosas no te definen. ¿Ahora entienden por qué el tema es un poco más complejo de lo que parece? Porque a ver, ¿cómo nos enseñan a valorar a alguien, a definir a alguien? ¿No es acaso por sus acciones y cualidades? Entre más virtuoso y sin fallas, más admirable y merecedor de atención y amor.
Es comprensible que esto pueda resultar difícil pues implica romper ideas muy enquistadas en la sociedad sobre lo que es bello, bueno, valioso, exitoso, admirable. Por esto, por lo insostenible de todo estas creencias sociales y el reconocimiento actual de su costo en la salud mental, el movimiento actual de alzar la voz por el Self Care, Self Love, Self Compassion, y por supuesto el Self-Acceptance, ha ido ganando fuerza, adeptos y se apoya en las formas comunicacionales de nuestra cultura; cuentas en redes sociales, imágenes incitadoras de un estilo de vida que cuide la aceptación del Yo, frases en Instagram y hasta estampadas en camisetas.
Como sociedad estamos diciendo: No más, queremos descubrir el camino para amarnos a nosotres mismes. Respetar y que se respete nuestra autenticidad, nuestros deseos, gustos, estilos, tipos de cuerpos, elecciones de género, formas de amar, de trabajar, de querer vivir.
¡Y me encanta!
Me sumo a esta voz popular. Me sumo a ayudar a que todes encontremos el camino de autoaceptarnos radicalmente. Sin permitir que nuestras imperfecciones, aspectos por mejorar o metidas de patas, nos alejen del amor. Amar lo que es real; no ideal. Esto para mí es lo que está bajo la idea de autoaceptación.
Así que abrirnos a posibilidades terapéuticas y de apoyo para ir transformando nuestra mentalidad y la de quienes nos rodean, es necesario. Entre todos podemos irnos transformando.
Por Emma Sánchez. Mg Psicóloga Clínica. Estudiante de Creación Literaria. Artista amateur. Cursos en arte.
Si necesitas apoyo en el proceso de aceptarte a ti misme, puedes conocer mis programas online de transformación personal con Creatividad Terapéutica, como Pintando tu voz interior, Palabras que sanan, o el grupo psicoterapéutico Abrazando mi imperfección.